Existen dos tipos de amor: el amor pasajero y el amor eterno, el amor que está a veces y el amor que siempre está sin importar qué, el amor iluso y el amor verdadero.
Por lo general a mí no suele gustarme nadie, la mayoría de las personas me parecen usuales y monótonas, pero cuando alguien me gusta me da fuerte -bien fuerte- y ésto lo acabo de descubrir hace un par de días.
¿Es tan difícil darse cuenta cuando es un amor de verdad y cuando es una simple ilusión? Sí, lo es. Cuando uno está enamorado -o al menos cuando te gusta mucho alguna persona- hace todo lo posible por indagar acerca de ese amor que pensamos es el amor de nuestras vidas. Ese amor que apenas comienza pero ya pensamos que jamás terminará. Aunque, indagando descubres que esa persona no es quien tú creíste que era, pero a pesar de eso, uno no deja de sentir ese cariño tan grande que le tienes a esa persona que acabas de conocer, no importado la impresión que ésto haya causado en ti, uno deja de pensar racionalmente y piensas que todo irá bien y de repente: esa persona te sonríe, y te sientes la persona más feliz del planeta.
Te dan ganas de llorar, gritar, saltar, correr y decir todo lo que sientes en el corazón, pero no te atreves, y cada día que pasa te sientes más culpable que el día anterior por no decir nada.
Pasan los días y vuelves a ver a esta persona, pero ahora no sólo te sonríe, sino que esta vez te habla con cariño y sin darte cuenta te ilusionas. Sientes que no existe un mejor momento que el que estás viviendo, todo es perfecto, pero ¿cuánto durará esto? Tienes la ilusión de que será un final feliz pero, también tienes la duda y el miedo de que en cualquier momento todo puede acabar. Estás tan feliz que no te das cuenta que te estás sumergiendo más y más dentro de ese amor y te metes a esa persona cada día más profundo dentro de tu corazón. Y de repente de un minuto a otro pasas de una felicidad extrema a una aguda tristeza cuando esta persona que tanto quieres te dice que ese amor que decía tenerme no existe, que es un amor imposible, y que sólo pueden ser amigos.
Lo que viene luego es la decepción, la tristeza, profundas ganas de llorar, ganas de sacar todo ese dolor que esa persona ha dejado -inconscientemente- en tu corazón, pero uno nunca lo haces, no importa tu dolor personal, el orgullo es más fuerte, y prefieres tragarte todo ese dolor que decirle lo que sientes para -en cualquier caso- no hacer sufrir a esa persona. El tiempo ayuda a superar el dolor, y esto sólo será una historia más para tu vida, historia que siempre recordarás, aunque ésta te haya hecho sufrir.